sábado, 8 de mayo de 2010

Las mujeres y yo

Aunque ayer en la tarde estaba muy cansada, termino con unos amigos en Purple, el bar gay “in” en la 33. Desde hace algún tiempo tengo definida mi heterosexualidad en un gusto casi excesivo por el miembro masculino, sin embargo recientemente me he preguntado si no podría expandir mis horizontes como medida de emergencia ante su escasez.

El cuerpo delicado de la mujer y una piel casi tan suave como la mía, no me exitan particularmente. Recuerdo que hace poco bailé en Cuchitril con mi amiga M. Las dos teníamos falda y entrecuzábamos las piernas. La sensación era extraña, bajar hastar el piso rozándonos los muslos tan suavecitos. Un leve estremecimiento sí paso entre mis piernas. Pero nada comparado a lo que siento cuando un pipí se empieza a poner muy duro o cuando me lo imagino. Simplemente no lo puedo resistir.

Me encantan los hombres. Sus enhiestos carácteres me dominan.

domingo, 2 de mayo de 2010

El último hombre de Medellín

Los hombres. El último con el que estuve tenía un pene flácido. Recurría a él cuando quería masturbarme y no tenía vibrador. Era el “en su defecto”. No sé si podría decírsele hombre* “m. Varón que ha llegado a la edad adulta”, a alguien que aún vive con sus padres y que depende de ellos. Cuando es la hora del almuerzo o la hora de la comida, busca su hogar con un desespero infantil, casi enternecedor. La dependencia cuasi-absoluta de la madre, determina todos sus movimientos y conductas. Como un cachorro que sin la leche materna no podría sobrevivir. Es posible entonces que sus miembros no estén del todo formados y que sea en un futuro cuando desarrolle las habilidades que le permitan tener algún éxito con las mujeres.

Ahora que puedo hablar desde afuera, veo la situación objetivamente. Pasaba muy buenos ratos con él. Teníamos buenas conversaciones. Él creía que lo sabía todo y a mí me gustaba reconocer en su cara los gestos de la incomprensión. Yo no sabía nada y como Marilyn en Some Like It Hot, asentía con curiosidad a sus sandias palabras.
Siguiendo con el tema, nunca logró que me viniera con la lengua. Pero no era su culpa. Depronto era simplemente la falta total de experiencia. Era evidente su torpeza a la hora de besar, de tocar de penetrar. Nunca entendió, por ejemplo, que no me gustan los mordiscos tan bruscos y descordinados, a pesar de haberlo dicho explícitamente.

La vida continúa y seguro le está yendo muy bien con todo. Estoy segura de que él desea lo mismo para mí. Aunque recuerdo que no recibía con entusiasmo sincero mis logros. Si me ganaba un premio o me invitaban a participar en algo, se alejaba no sin antes proferir unas sencillas palabras de disfrazada emoción.
En el amor le deseo que encuentre pronto a alguien que se haga merecedor de sus dádivas. No era yo esa persona. Sus escasos ingresos económicos, sumados a su total mezquindad, nunca lo permitieron.

¿Será este una muestra de lo que son los hombres en Medellín? Me gusta soñar que no. Me gusta pensar que este chico es excepcional o que lo fue conmigo.

* Definición de la Real Academia de la Lengua