El cuerpo delicado de la mujer y una piel casi tan suave como la mía, no me exitan particularmente. Recuerdo que hace poco bailé en Cuchitril con mi amiga M. Las dos teníamos falda y entrecuzábamos las piernas. La sensación era extraña, bajar hastar el piso rozándonos los muslos tan suavecitos. Un leve estremecimiento sí paso entre mis piernas. Pero nada comparado a lo que siento cuando un pipí se empieza a poner muy duro o cuando me lo imagino. Simplemente no lo puedo resistir.
sábado, 8 de mayo de 2010
Las mujeres y yo
domingo, 2 de mayo de 2010
El último hombre de Medellín
Siguiendo con el tema, nunca logró que me viniera con la lengua. Pero no era su culpa. Depronto era simplemente la falta total de experiencia. Era evidente su torpeza a la hora de besar, de tocar de penetrar. Nunca entendió, por ejemplo, que no me gustan los mordiscos tan bruscos y descordinados, a pesar de haberlo dicho explícitamente.
En el amor le deseo que encuentre pronto a alguien que se haga merecedor de sus dádivas. No era yo esa persona. Sus escasos ingresos económicos, sumados a su total mezquindad, nunca lo permitieron.
¿Será este una muestra de lo que son los hombres en Medellín? Me gusta soñar que no.
* Definición de la Real Academia de la Lengua