Estaba de cumpleaños y había tomado un poco menos de un cuarto de ácido. Salimos a caminar y me tomé una o dos cervezas. De regreso a casa con unos amigos unos cuantos tragos. Algunos plones. Torta. Baile.
No es importante lo del cumpleaños pero sí que al final del día estaba feliz y totalmente relajada para lo que se me venía encima.
Al otro día se veían en mi cuarto como rastros de una pasada inundación. Había quedado profunda la noche anterior pero al ver el piso empecé a recordar…
Una descarga de placer indescriptible. El cuerpo literalmente iba a explotar y lo que estaba sintiendo en el estómago y entre las piernas era una cosa nunca antes experimentada. Esas corrientes que se van a los pies eran mil veces más poderosas. No estaba segura de que mi cuerpo pudiera resistirlo. Me dejé llevar como un corderito y exploté. Black out, chorros, chorros, chorros…y placer.
Todo estaba mojado, muy mojado. Él, el piso de madera y, por supuesto, yo.
Así que es real. Aunque en ese momento no sabía que existía. Mi flatmate me explicó que “eso” era un mito de las películas porno. Pues sin comentarios -I must be turning into Afrodita, then-.
No sé si todo el mundo piensa lo del mito pero en las estadísticas de mi ardua investigación, sólo el 20% tiene por seguro que no lo es y aún otros al afirmarles que existe, deciden creer que es una invención.
No recuerdo si fue en La inmortalidad o en La insoportable levedad del ser, pero el mismo Kundera describe cómo complacía a una de sus amantes y pasaba lo ya mencionado arriba. Lo del “Squirt”
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