miércoles, 16 de diciembre de 2009

Sex in the city

Cuando me desperté me di cuenta de que en la vida real estaba más horny que en el sueño. Una vez al mes el deseo permanente se vuelve casi irrestible y ambos, cuerpo y cerebro, juntan todas sus fuerzas y estratagemas para conseguir saciarlo. Muchas veces se recurre al método de la autosatisfacción. Pero otras, se cuenta con la afortunada presencia del lúdico miembro masculino.

Ayer, qué era martes, no hacía otra cosa que recordar ese sueño. Pensaba en cómo haría para encontrarlo. Miles de vueltas por hacer, el sol estaba brillantísimo y el cielo azul. El día fue perfecto y caluroso. Voy a la casa de unos amigos y comentamos eso de que los hombres son las nuevas mujeres de nuestra época. Plones van y vienen y el deseo aumenta.

Cuando salgo ya es muy tarde en la noche. Voy por la calle con el viento en la cara. Voy al parque y saludo a unos amigos. Lo veo. -Estoy muy tostado-, -¿cuándo no? ¿Quieres ir a mi casa?- ,-Me tomé un acido-,-en media hora-.....

Cuando llego a mi casa veo que mis pantalones estan mojados. Las piernas me habían temblado un poco también. Estaba muy exitada. Al poco rato llega él. Había sido explicita su exigencia de llegar por separado. Más tarde sabría bien el porqué. Una vez arriba en mi casa, nos besamos apasionadamente en un arranque de lujuria que duraría el resto de la noche.

Hablamos bastante, nos tocamos y nos besamos. Todo iba muy bien hasta que me empecé a morir. Entonces las cosas iban aún mejor. Perdí la cuenta de los orgasmos cuando iba por siete. Se venían unas oleadas de calor, confusión, vacio y black outs. Era muy difícil procesar toda la información y los efectos criposos añadían a la dificultad, la pérdida o distracción de buena parte del cerebro. Lo deseaba con todo mi cuerpo. Todo me temblaba. El estómago se me contrajo por largos minutos. Fue bueno cuando nos vinimos al mismo tiempo, cuando se vino en mi boca, cuando me vine en su boca, cuando me vine abajo y arriba, en la cama y en el piso, en la silla plegable y en la roja.

Así que el sueño se hizo realidad. Parece un fragmento sacado de El Secreto, pero pensé todo el día en eso y en la noche, toda la noche y al otro día en la mañana, lo tuve. Quisiera no llamarle complicaciones, pero sigue lo inevitable: el cuerpo extraña, quiere más, recuerda y se moja solito, sumado al eco de la frase lanzada en la mitad de todo: "Estoy saliendo con alguien".

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